Lo políticamente correcto

Cada día que pasa nos sumergimos aun más en el discurso vacío de ideas y propuestas, repleto de obviedades, recursos de frases hechas y palabrería que pretende decir mucho y no aporta nada. En un mundo cada vez más libre, o eso queremos creer, el miedo se apodera de nuestros políticos, que temen proclamar sus ideas libremente por si pierden unos cuantos de votos inducidos por lo políticamente correcto.

Por qué no se habla claramente del disparate que supone la Ley de Paridad, del caos de la Ley de las Autonomías, el tabú de la Monarquía o el poder de los nacionalismos. Sí, se habla pero con eufemismos, palabras bonitas que de tanto usarlas pierden el sentido. Solidaridad, igualdad, Constitución, consenso...

Es una paradoja que no teman meter mano a los presupuestos y utilizar sus influencias para fines propios, y en cambio, no se atrevan a llamar las cosas por su nombre y decir bien alto lo que piensan ante cuestiones vitales para el país. A unos les da pavor meterse con el Rey, aunque en su propia ideología les parezca un régimen obsoleto que va en contra de la propia palabra democracia. Otros esquivan el tema de los nacionalismos porque dependen de ellos para sentarse en el sillón. Casi todos esquivan una reforma judicial que garantice la igualdad de derechos con la implantación de un organismo autónomo, que supervise la buena praxis de un poder "independiente" nombrado por el gobierno pertinente. Eso no interesa a nadie, tener un amigo juez vale mucho.

Lo políticamente correcto se ha apoderado del discurso político, relegándolo a un plano secundario que a nadie le interesa oír porque todos saben lo que va a decir. Si alguien se atreve a romper con esto, es apartado sin miramientos, porque yo me pregunto ¿donde está Rosa Diez? Seguramente llamando a las puertas de los medios de comunicación para que la dejen hablar.  Total, ella sí que no tiene nada que perder...